«Sustituir la Cultura Globalizada del éxito, por la cultura de la diversidad, basado en el conocimiento y el respeto a los límites del propio territorio«
Por Virginia Fernández Ruiz,
En estos tiempos de emergencia climática, en que resulta evidente que existe una desconexión profunda entre el territorio y sus habitantes, a la hora de plantear una existencia dentro de los límites para la sostenibilidad del planeta, es necesario abrir una ventana a la ciudadanía, que sepa informar y concienciar, pero también animar a la acción.
Esa desconexión es una consecuencia directa de la globalización, donde los referentes dejan en parte de estar tan ligados al territorio, y suelen guiarse más por el funcionamiento de una economía globalizada, que no tiene en cuenta nuestra biodiversidad, y se mueve dentro de la virtualidad, donde todo se puede conseguir, rápido y fácil, y al menor coste.
Sin duda, vivimos sumergidos en una sociedad de consumo que hace primar “la Cultura” dominante de la comodidad, la eficiencia, la rapidez y la acumulación, como claros símbolos del éxito, sin tener en cuenta su procedencia y consecuencias, así como los nexos y compromisos que podamos tener con el propio contexto y territorio.
SEDENTARISMO Y DIVERSIDAD CULTURAL
“Las culturas” nacen durante el neolítico, a partir del momento en que los seres humanos decidimos optar por el sedentarismo, generando un vínculo con el territorio que nos vio nacer. En esa lucha por una supervivencia digna, y bajo el paraguas del sedentarismo nacieron la agricultura y la ganadería extensiva, escuchando y respetando siempre lo que las condiciones de cada suelo y cada contexto podrían proporcionar. Generando unas técnicas y una manera de hacer las cosas adaptadas a cada territorio.
La observación y la interpretación de los signos que manifestaba cada territorio fueron esenciales, para que los seres humanos fuéramos capaces de transformar nuestra vida en este planeta, y moldear nuestra existencia conforme a las posibilidades que ofrecía cada contexto, y desde el respeto hacia una naturaleza, cuyo funcionamiento seguía siendo un gran misterio en aquella época.
Hoy por el contrario parecemos tener todas las claves científicas, que nos explican esos límites que no podemos o deberíamos sobrepasar y, sin embargo, nos permitimos traspasarlos, una y otra vez, con toda la soberbia y la falta de empatía de lo que eso realmente representa, para nosotros y los demás.
Es probable que, si actualmente asumieramos que hay que volver a reactivar esa observación y escucha activas, daríamos un rumbo muy distinto a nuestra manera de enfocar nuestra existencia, nuestra manera de producir y consumir cambiaría irremediablemente, y con ello nuestra Cultura Globalizada. Esa que nos arrastra a olvidarnos que estamos vinculados a nuestro territorio irremediablemente, con sus limitaciones y sus ventajas.
Por ello, es muy necesario volver a vincularse con la cultura del propio territorio, para comprender mejor de dónde venimos y hacia dónde vamos. Para recuperar nuestro tiempo, nuestra implicación y nuestro sentido de la responsabilidad. Comprendiendo las otras realidades y culturas desde el respeto y la solidaridad. Una cultura del progreso basado en el conocimiento del propio entorno y del ajeno, para actuar en consecuencia, mejorando los vínculos y la participación en la propia comunidad.
Te animamos a que nos cuentes iniciativas de consumo y de producción locales, que hayan sido capaces de revitalizar el entorno de una manera positiva y sostenible, reactivando la economía local de tu territorio. ¿Qué conoces de tu entorno más cercano, en qué iniciativas te gustaría implicarte y participar para ser parte del cambio?